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Críticas

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Le Lapin Agile (nº 5)

Entre otras firmas, han escrito del pintor: D. José Mª de Azcárate (Catedrático de Arte de la Universidad Complutense de Madrid y Director del Museo Nacional de Bellas Artes de España), D. Jesús Viñuales (Ex Director General de Bellas Artes), D. Jose Mª Caamaño (Catedrático de Arte), D. José Hierro (Miembro de la Real Academia Española y crítico de Arte), A. M. Campoy (Crítico de Arte del diario "ABC"), D. Rafael Soto Vergés (Crítico de la revista "Artes"), D. Carlos Areán y D. Héctor Carrión, (Críticos de Arte), D. Jesús Vasallo (periodista), D. Antonio Costa González (Catedrático), D. Francisco Javier Martín Abril (Miembro de la Real Academia Española), D. Godofredo Garabito Gregorio (Miembro de la Real Academia Española), etc.

«De nuevo tengo ante mí una serie de obras de Alejandro Conde,... en esta ocasión me ofrece una panorámica de su última obra que distribuyo en cuatro temáticas bien diferenciadas: Paisaje urbano, retratos, bodegones y composiciones. Todas las obras coinciden en algo y se diferencian en mucho. La línea conductora de todos los temas no puede ser otra, como sería de esperar en un pintor, que la plástica, el color, la expresividad, la estructura, la pasta, la tonalidad, esto es, lo propiamente pictórico.

Aquí derrocha Alejandro Conde toda la fuerza de su fauvismo a ultranza, todo el expresionismo apoyado en el dibujo deformado a propósito para ser reformado por el color que pone en su lugar todos los objetos. La pasta abundante, generosamente abundante como corresponde a un vivo expresionismo colorista que habla a través de los pigmentos, elegidos los más calientes y complementados con algunos fríos que consiguen una explosión de símbolos donde las figuras entrevistas cobran todo su significado plástico.

Alejando Conde nos muestra una buena cantidad de obras nuevas en donde ha depurado el estilo que venía persiguiendo desde lejos, por lo que creo que estarnos en presencia de una obra de madurez que expresa sin duda, toda una concepción del mundo contemporáneo desde lo cósmico a lo intimista, desde lo decorativo y personal hasta lo grandioso ciudadano, desde la pequeñez del barrio urbano hasta la organización de lo biológico basal o lo sideral inmenso. Plásticamente, pictóricamente captados todos esos ángulos que vienen a ser la expresión viva de los problemas, las angustias, las dudas y los saberes del hombre de hoy».

Jesús Viñuales. Profesor de Historia del Arte. Ex Director General de Bellas Artes.

«Alejandro Conde López (Valladolid) es el caso más precoz que conocemos de simbiosis de un artista con su ciudad. París en este caso, cuya silueta un tanto ingenua y enfierecida ha sabido captar con un espíritu de compenetración extraordinario, espíritu que, por supuesto, es la antítesis de un paisajismo copista. Alejandro ha sabido adentrarse más allá de los meros escenarios parisienses para hacerse con el alma pictórica de la ciudad. Y en su exposición podemos ver, cobijada bajo la aperlada luz que le caracteriza, la teoría callejera de la ciudad ideal, cuya silueta aparece entrañablemente desdibujada, coloreada con una alegría que la convierte en algo así como un paraíso infantil».

A. M. Campoy. (Diario "ABC", marzo 1966).

«He aquí un pintor que parece saltar del trampolín “fauvista” hacia las aguas informalistas. Fauve es –por el sentido del color sobre todo– parte de su obra expuesta, que va adquiriendo poco a poco, esa libertad y materia violenta del informalismo expresionista. París es el tema sobre el que realiza sus variaciones, cada vez más alejadas de la realidad. Hay en su manera de hacer esa “veta brava” característica de la pintura española de siempre, gracia de toque que parece facilidad... En cualquier caso, sea cual sea su futuro, estamos ante un pintor que actúa con brío y con inteligencia, sin importarle –lo que interesa en el arte no es el "qué", si no el "cómo"– caer en el deslumbrador tópico parisiense».

José Hierro. (Crónica de Arte del "Alcázar", 1967).

«Aunque partiendo de una adscripción figurativa, se observa en su pintura una constante huida del concepto representativo que ha de llevarle al cabo, por los cauces, que dejaron abiertos las teorías impresionistas, a realizaciones valientes y vibrantes, puros trémolos de color sobre las cuerdas libres de su figuración.

Queremos encontrar en Alejandro una obsesiva preocupación porque las formas vivan por sí solas, sin geometrías directoras, sin matrices formales. Y no como Paúl Cézanne veía en su Provenza, casas como rectángulos, iglesias como pirámides, sino con la visión que llamaríamos oblonga vemos aparecer sobre sus lienzos los paisajes urbanos, de línea y figuras ablandadas por la fluctuación del color “Fauve”, enternecidas por el calor del corazón. Un Utrillo esencial está presente en esas crónicas de vida. Y como en aquél poema de Frascis Carco escribiera para Mauricio Utrillo, las calles, con sus casas descoloridas, sus tiendas y mercados, sus aceras que brillan parecen que nos hablan de la bohemia de un pecho que pasea y pide limosna, diálogo y amor».

Rafael Soto Vergés. ("Revista Artes", marzo 1966).

«... Precisamente en estas fluctuaciones, que evitan el anquilosamiento y la cruel monotonía en la obra de un pintor, vemos el reflejo de un espíritu indagador e inquieto. Espíritu que no se contenta con la estricta contemplación del mundo, sino que inquiere y busca intentando explicárselo conforme a unas concepciones intelectualizadas, yendo, por tanto, más allá de la pura captación y representación de unos efectos sensoriales. Así vemos en la obra de Alejandro Conde cómo el color vibra en su con-tenido expresivo y aunque a veces la línea se valore en su ritmo, realmente en todo caso se halla supeditada a la vibración cromática que nos habla más hondamente de su concepto expresivo de la obra pictórica ...

... La fantasía creadora del pintor, si bien es fiel a su concepto expresivo de la pintura, busca por otra parte la armonía cromática en los vívidos colores y en su bello sentido del colorido. Asimismo, el carácter original de sus composiciones si ciertamente tienen su punto de arranque en la realidad, nos evade de ella y nos hace caminar por un mundo de ensueño y de fantasía... Logra, en fin, en su pintura, la creación de un mundo poético que nos detiene, nos capta y genera en nosotros mismos un eco que nos evade de lo cotidiano».

José María de Azcárate. ("Pintores Españoles Contemporáneos". Editora Nacional, 1966).

«... Pero sabemos que la idea central del arte moderno, que también obsesiona a nuestro artista, es la creatividad. El verdadero artista contemporáneo está dispuesto a seguir avanzando, efectuando una ruptura radical con el pasado. Nuevas ideas y nuevas formas, alcanzando un punto cero de la tradición artística y, al hacerlo, dando nuevo comienzo a un futuro diferente. La obra de arte mimética, imitadora de la naturaleza, fin esencial del arte clásico, ha sido sometida a la absoluta destrucción. Todo lo que sea historia, mitología o simple fotografía ha dejado de formar parte del arte pictórico. Proscribir las tradiciones, romper con lo convencional y erradicar los valores obsoletos. Esto será el espíritu de los artistas del presente y del futuro: “negar es creación”, siguiendo las ideas del propio Nietzsche, hasta conseguir que un artista sea, en realidad, verdaderamente creativo.

Pero, además de todo esto, hay un protagonista esencial en la pintura de Alejandro Conde que se escapaba, muy a favor del artista, en este análisis: el color. El problema de los artistas contemporáneos suele aparece cuando el pintor por querer ser vanguardista pierde el rumbo y deja de pintar, de hacer “pintura”. En la obra de nuestro pintor no ocurre esto, sino al contrario, pues nuestro artista, en toda su obra, hace pintura “pintura”, es decir, la realiza empleando imaginación, formas y el color: pigmentos, diluyentes y aglutinantes.

Alejandro Conde es un artista que trabaja e investiga en esta línea de la innovación basada en la búsqueda de figuras propias de la geometría topológica con clara proyección hacia la fractal. En sus cuadros, en el color, hay una ruptura muchas veces completa y provocativa de la realidad. … Alejandro no quiere transformar la realidad, sino que prescinde de ella. En este punto de la evolución de su arte, se aleja de la geometría consiguiendo, a pesar de ello, quedarse con figuras geométricas que se adaptan y se repiten para admitir y equilibrar el color, diciéndonos algo que, sin entenderlo, nos gusta y admiramos.

Alejandro Conde ha sido “fractal” desde hace mucho. La geometría fractal, por otra parte, no es otra cosa que el lenguaje de la naturaleza. Formas irregulares de difícil descripción en términos geométricos tradicionales y dentro de esta estructura caótica de la irregularidad, la belleza de la simplicidad y de la sofisticación, atrapados por las formas y el color. Sin copiar a la naturaleza, el Artista Fractal plasma las estructuras internas de aquella propia naturaleza. Muchas obras abstractas del artista tienen mucho de “fractales” aunque no estén ahora realizadas mediante el cálculo matemático del ordenador. Son intuitivas y por ello mucho más bellas y espontáneas con el matiz bohemio de lo extravagante.

Y así, en los cuadros de Alejandro Conde, las formas que proceden de su simple imaginación, se replican siguiendo simetrías que rompen con el color de forma magistral, conservando los “pesos” o fuerzas globales de los matices y tonos de estos colores. Sus formas son geométricas sin convertirlas, a pesar de su originalidad, en raras o anómalas, de la misma manera que, con la simple observación de lo que nos rodea, nos demos cuenta de la inexistencia de formas euclídeas perfectas, sino de infinidad de fractales que nuestra mente simplifica en la forma de la más pura abstracción.

Ahora, la geometría aparece en su obra en la simetría y la auto semejanza y no solo como transformadora de la realidad. Las pinturas abstractas del pintor Alejandro Conde podrán considerarse, geométricas, topológicas o fractales, según miremos unas u otras o, incluso, observemos el detalle dentro de una misma obra, pero lo cierto es que sí puede afirmarse que en sus últimas pinturas, Alejandro logra producir belleza con el equilibrio y simetría de formas y colores desde una evolución “topológica” de una realidad imaginada proyectada a lo fractal».

Prof. Dr. Antonio Costa González. Catedrático de Matemáticas de la UNED.

© Alejandro Conde López   –  Terribilis Est Locus Iste